Contrabando en el Caribe

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Desde el siglo XVI el tráfico ilegal, a espaldas de las autoridades coloniales, era una práctica común en algunas regiones de ultramar. Con el correr del tiempo este comercio fue extendiéndose a prácticamente toda la América española, alcanzando en el siglo XVIII su máximo esplendor. Provenientes de Inglaterrra, Francia, Holanda, Suecia, Dinamarca, Escocia, Italia, Rusia, Turquía y por último, Estados Unidos, los contrabandistas desafiaron el cada vez menos rígido monopolio comercial que España imponía a sus dominios americanos.

En la historia del contrabando del Caribe podemos distinguir dos tipos: el forzado y el libre. Se conocen datos de cómo se hacía y de cuándo, más o menos, comenzó a hacerse el primero. El contrabando forzado se les imponía a las autoridades y a los habitantes de la región bajo amenaza de ataques  y saqueos si no accedían a comprar lo que llevaban los mercaderes del mar y a venderles lo que ellos querían.

El contrabando que más se extendió por el Caribe fue el que podríamos llamar libre. Éste se hacía con la participación activa -no pasiva, como el forzado- de casi toda la población, desde dueños de hatos a peones, a menudo con participación también de las autoridades y en algunos casos contra su voluntad, sin que pudieran hacer nada para evitarlo porque los pueblos se les sublevaban.

Los dos tipos de contrabando tuvieron su origen en la necesidad que tenían los pueblos del Caribe de vender lo que producían y comprar lo que les hacía falta. España monopolizaba el comercio de América, pero España no disponía de medios para mantener ese monopolio a la altura de las necesidades suyas y de sus provincias americanas.

El Caribe -como toda América española- sólo podía comerciar con España, y España no podía suplirlo de los artículos manufacturados que necesitaba y, lo que es peor, ni siquiera podía adquirir todo lo que el Caribe producía. Por otra parte, esa misma producción tenía que sujetarse a las órdenes del monopolio; y así, el Caribe podría producir únicamente ganado, tabaco, azúcar, metales, maderas y los renglones agrícolas que él mismo consumía. 

El papel de la región, en el orden económico, era proporcionarle a España algunos metales, pieles de res, sebo, madera, tabaco y azúcar. Pero el Caribe necesitaba jabón, telas, vinos, aceite, instrumentos de labranza y trabajo, y España no podía servirlo, por lo menos en la cantidad que hacía falta.

Por esta razón, fue que surgió el contrabando en el Caribe.

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