La cultura y la personalidad.

Existen aspectos muy individuales que evidencian ser piezas complementarias de la personalidad. Sin embargo,
muchas teorías apuntan hacia lo social como determinante del perfil psicológico de un individuo. La cultura tiene varios aspectos importantes para el proceso de formación de la personalidad. Estos factores pueden definirse como influyentes positivos o negativos,  características sanas o inestables de la personalidad.  Por ejemplo; aspectos pocos efectivos, lógicos y coherentes fueron utilizados en las relaciones familiares,  y durante generaciones en nuestra cultura han estado ahí presentes. Tanto así que  han  trascendido hasta llegar a la  actualidad, un gran porcentaje de nuestra cultura hispana pone en evidencia las distorsiones en las relaciones familiares por medio de los castigos físicos a los niños, la violencia domestica, el machismo, la desigualdad de género y otros aspectos creadores de síntomas sumamente dañinos  para la estabilidad emocional en los procesos de vida y en las etapas adultas venideras de cualquier persona, situación que fomenta el malestar psicológico, imposibilita la paz interior y exterior de nuestro alrededor, en general se crea el contexto perfecto para la infelicidad, moldeando a la  personalidad de una forma poco saludable e inestable.
¿Cómo funciona esto?
 
La incorporación de aspectos dañinos culturales en nuestra personalidad son determinantes para formar perfiles psicológicos inestables. Desde las primeras etapas de vida el niño o niña  va escuchando de papá y mamá, mensajes machistas y discriminatorios refiriéndonos al género, raza, sexo, religión, etc., como por ejemplo; “tú no puedes hacer esto, solo yo lo puedo hacer’, “solo papá estudia y mamá tiene que quedarse a cocinar”, “el hogar lo decora mama y papa solo trabaja” ”los hombres no lloran”, las decisiones solo las tomo yo porque soy el hombre’, etc. Tanto mamá o papá contribuyen a reforzar más y más estos pensamientos irracionales y distorsionados del verdadero significado del rol y de la  funcionabilidad de mamá o papá, de esposo o esposa.  Por esta razón consciente e inconscientemente direccionamos nuestra vida basados en estas irracionales concepciones, destruyendo algunas destrezas, habilidades, capacidades de goce familiar y de pareja. Esta situación se  repite en la actualidad; lo que por cientos de años ha estado mal, insano y destructivo para la salud mental. Todo esto se evidencia en el testimonio de muchas personas que han perdido años y años de felicidad,  porque en sus vidas ha habido muchos esquemas cognitivos irregulares influenciados por la cultura. De aquí los aprendizajes incorrectos, ensenaron a la mujer a no incorporar al hombre en las actividades de compartir en el  hogar, como el cocinar,  el decorar la casa, el cuidado de los niños, etc., y enseñaron al hombre a no ocuparse de las  necesidades de la mujer, como por ejemplo el que ellas cumplan sus anhelos  en una profesión, habilidad, actividad, etc., que les agrade y que las haga sentirse muy capaces, en desarrollar sus capacidades.

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